Algunas veces es necesario poner fin al proceso de gestación, bien por motivos médicos o personales. Este procedimiento desencadena contracciones uterinas para que pueda nacer el bebé. Se trada de la inducción al parto. Aunque siempre es preferible que éste inicie de forma natural, no siempre es posible. Por eso, y especialmente cuando está en riesgo la continuación del embarazo o éste supone algún riesgo para el bebé o para su madre, es necesario actuar. ¿Cuándo es indicada la inducción al parto? La respuesta es: cuando los beneficios de esta decisión sean mayores para la madre y el bebé que dejar que el embarazo continúe. Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta si existen contraindicaciones y si se dan las condiciones adecuadas. Los motivos más habituales por los que se suele inducir el parto son: Complicaciones médicas y del embarazo. Rotura prematura de las membranas sin que inicie el parto en un periodo de 24 horas Infecciones o muerte fetal Sospecha de riesgo fetal por problemas del embarazo Cuando el embarazo se prolonga demasiado (más allá de las 41-42 semanas de gestación) En algunos casos, cuando se trata de una situación de emergencia, no hay tiempo para la inducción al parto y el embarazo debe terminarse lo antes posible con una cesárea. La inducción al parto y sus riesgos Por lo general la inducción del parto es un procedimiento seguro, si bien puede conllevar ciertos riesgos para la madre y el bebé que conviene tener siempre presentes. El parto inducido suele tener una duración mayor, por lo que aumenta la posibilidad de finalizar el parto por cesárea o de un mayor uso de anestesia epidural. También pueden producirse hospitalizaciones más largas de lo habitual y hemorragias postparto. Por todo ello la inducción electiva, por conveniencia personal, no debe tomarse a la ligera. Es importante, en definitiva, evular de forma cuidadosa el balance de riesgos y beneficios que puede ocasionar una estimulación al parto y seguir siempre el consejo de tu médico de confianza.
¿Qué es la adenomiosis? Conoce cómo afecta esta enfermedad
La adenomiosis es conocida como la endometriosis del útero. Con síntomas similares a la endometriosis, una mujer puede convivir con ambos problemas médicos a un mismo tiempo. Pero, ¿cómo se produce esta enfermedad femenina que padecen unos 2,5 millones de españolas? ¿Qué más sabemos sobre ella? Veamos. La adenomiosis y la fertilidad El útero se compone de tres capas: la externa o serosa, la intermedia o miometro y la interna o endometrio. Cada ciclo el endometrio se desintegra y es expulsado por la vagina, lo que se conoce con el nombre de regla. Sin embargo, en ocasiones el endometrio puede infiltrarse en la capa intermedia del útero en lugar de salir hacia fuera. Ello provoca una serie de lesiones o nódulos de adenomiosis. La endometriosis, por su parte, se produce cuando hay presencia de tejido endometrial fuera del útero. Tanto un padecimiento como el otro dificultan la implantación del embrión, lo que puede generar problemas de fertilidad y abortos espontáneos repetidos. Además, esta afección también puede ocasionar dolor durante las relaciones sexuales. Diagnóstico y tratamiento de la adenomiosis Sin un equipo multidisciplinar y las pruebas adecuadas, la adenomiosis puede ser difícil de diagnosticar. Su presencia se detecta a través de una ecografía vaginal, por lo que es importante acudir con tu ginecólogo de confianza si tienes reglas muy dolorosas. Una vez se haya confirmado el diagnóstico, hay dos tipos de tratamiento posibles: el médico o el quirúrgico. El primero implica la introducción de un DIU especial en la cavidad uterina que libera progesterona. Esta hormona actúa sobre el endometrio impidiendo que crezca. De este modo no hay regla, ni tampoco dolor. Otra opción es realizar una histerectomía o extirpar el útero. Esto únicamente se recomienda en el caso de mujeres que ya no deseen tener más hijos o cuando el tratamiento médico no ha funcionado como era de esperar.
Ejercicio oncológico contra el cáncer: beneficios y recomendaciones
Reducir o prevenir los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer. Este es el principal objetivo del llamado ejercicio oncológico, una práctica que mejora la salud y la calidad de vida de los pacientes. Tal y como indica el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), es importante que el ejercicio oncológico sea pautado y controlado por un profesional, teniendo en cuenta las particularidades de cada caso. Principales beneficios del ejercicio oncológico Los principales beneficios que proporciona el ejercicio oncológico son los siguientes: El sistema inmunitario de la paciente se fortalece Ayuda a recuperar un peso saludable El corazón se mantiene fuerte Se reduce la fatiga Se trata, pues, de un tipo de ejercicio que sirve para incrementar las posibilidades de superación del cáncer. El deporte, incluso en momentos como éste, es recomendable. Actualmente se calcula que el 31% de adultos españoles son sedentarios, algo que no ayuda a frenar el avance de los tumores malignos. Recomendaciones a la hora de realizar este tipo de ejercicios A la hora de realizar este tipo de ejercicio, debes tener en cuenta una serie de recomendaciones. Las principales son: 1. El ejercicio que realices durante el tratamiento debe tener la intensidad adecuada en cada etapa, modificándose cuando se requiera. 2. Cuenta con el apoyo de tus médicos y de tu familia. Ellos serán tu mejor apoyo. De este modo, el ejercicio oncológico te ayudará también a mantener la independencia física y a mejorar tanto tu capacidad cardiovascular. Así lo vienen demostrando numerosos estudios sobre este tipo de práctica en los últimos años. Puedes ver un resumen sobre las características del ejercicio oncológico, en esta infografía de GEICAM: Para poder conocer qué ejercicios debes realizar exactamente, consulta con tu médico de confianza en Benicarló o en la región en la que te encuentres. También puedes encontrar más información en esta guía de ejercicio y nutrición para pacientes con cáncer. ¡Ánimo, tú puedes!
Pregorexia en el embarazo: qué es y cómo afecta a la madre y al bebé
La pregorexia en el embarazo es un trastorno alimentario que puede llegar a tener consecuencias en el desarrollo del bebé. Por eso, es importante conocer sus síntomas y abordar el problema a tiempo. ¿En qué consiste exactamente este trastorno? ¿Cómo se puede tratar? Veamos. Pregorexia: ¿por qué aparece? Cuando se reduce drásticamente la ingesta de calorías y nutrientes para no subir de peso corporal, se puede terminar desarrollando un trastorno conocido como pregorexia. Este problema alimentario puede comportar también la realización de deporte extremo y comportamientos inadecuados de atracones y purgas. Las mujeres que han padecido un trastorno alimentario previo son las más proclives a desarrollar pregorexia durante el embarazo. Sin embargo, también puede aparecer en personas que no han tenido ningún desorden de este tipo antes. Las causas que provocan su aparición son psicológicas y tienen que ver con la presión social que hay para un «cuerpo 10» en todas las fases de nuestras vidas. La realidad es que solo una minoría de embarazadas termina sufriendo este desorden, pero igualmente hay que ser conscientes de su existencia y estar alerta a sus signos para que el feto pueda desarrollarse con normalidad. Síntomas de la pregorexia en el embarazo Este trastorno suele presentar múltiples síntomas. Los principales son: No se gana peso durante el embarazo. A veces incluso se pierde de forma notable. La mujer embarazada deja de comer normalmente. Sentimientos de ansiedad o miedo irracional ante la idea de ganar peso. Aumento excesivo de la actividad deportiva durante el embarazo. Inducción al vómito. Cansancio excesivo. Problemas para concentrarse. Esta obsesión por perder peso debe manifestarse de una forma evidente y prolongada. Consecuencias de la pregorexia para la madre y el bebé Las embarazadas con pregorexia pueden llegar a tener una serie de problemas de salud, como hipertensión, desnutrición, descalcificación ósea o – incluso- desprendimiento de la placenta, disminución de líquido amniótico y baja producción de leche materna. La piel seca y las arritmias también pueden ser otras de las consecuencias. El futuro bebé también puede verse afectado. Los efectos más probables en él son: Bajo peso al nacer Probabilidades mayores de sufrir un retraso mental. Insuficiencia respiratoria Déficit de atención con hiperactividad. Otras alteraciones neurológicas. Además, aumentan las probabilidades de un parto prematuro o con complicaciones. ¿Qué hacer entonces ante esta situación? Lo primero, si sospechas que puedes tener pregorexia en el embarazo – o si crees que alguien cercano a ti la padece-, es consultar con tu ginecólogo de confianza. Él podrá orientarte y explorar las opciones que hay para superar este problema. El tratamiento normalmente es multidisciplinar e involucra a psiquiatras, psicólogos, obstetras, nutricionistas y enfermeros. En estos casos el apoyo y la vigilancia de la familia es fundamental. Recuerda que lo normal en una mujer embarazada es ganar entre 9 y 12 kilos de peso, con un aporte diario de unas 2.000 kilocalorías durante el primer trimestre y un poco mayor en el segundo y tercero.
¿Cuál es la mejor posición para dar el pecho?
Es una pregunta muy habitual, sobre todo entre madres primerizas. ¿Cuál es la mejor posición para dar el pecho? Lo cierto es que no hay una única postura adecuada. Existen diversas opciones válidas que permiten una lactancia exitosa. La elección de una u otra dependerá de cada situación. El objetivo, en cada caso, es facilitar la relajación del bebé y de la madre para que la leche fluya con naturalidad. La comodidad es clave Lo que debe primar a la hora de dar el pecho es la comodidad. Para ello, lo ideal es que la madre tenga la espalda reclinada, con los pies apoyados; el niño debe mantener las cervicales alineadas con la espalda. En las primeras semanas del postparto, sobre todo si hay dolor en la parte baja del abdómen, se recomienza utilizar una almohada para elevar al bebé. Conforme el pequeño vaya creciendo, la posición preferida cambiará. Por otro lado, el contacto piel con piel es bueno para la liberación de la lecha materna, pues se ha comprobado que aumenta los niveles de oxitocina. La incomodidad o el estrés, en cambio, dificultan este proceso. Mejor posición para dar el pecho: algunas ideas Conozcamos a continuación algunas de las posiciones más habituales y recomendadas a la hora de dar el pecho: Reclinada o acostada: Esta postura es, para muchas madres, la mejor posición para dar el pecho. Suele ser la primera elección y es una buena opción si la madre tiene una bajada de leche, pechos grandes o si el bebé se incomoda si le tocan la cabeza cuando está alimentándose. La posición de cuna. Es también una posición muy popular. En ella la mamá se sienta y coge al bebé en brazos. El cuello y la cabeza del pequeño descansan sobre el antebrazo de la progenitora. Para evitar tensión en hombros o espalda, se puede utilizar un cojín de lactancia. Posición de balón de rugby o de acoplamiento. En esta postura la madre está también sentada. El bebé queda acostado sobre su costado, con el cuerpo hacia atrás y la cabeza en la línea media del abdomen de la madre. Esta opción se recomienda a mamás de bebés prematuros, gemelos o partos con cesárea. Tumbada de lado. Madre y bebé están acostados de lado, tripa con tripa. Es una buena opción para tomas nocturnas y bebés con frenillo corto. Tipo koala. El niño se sienta a horcajadas sobre los muslos de la madre. Suele funcionar bien en niños con reflujo o bajo tono muscular. Como puedes ver, hay muchas posiciones buenas a la hora de dar de mamar. Lo mejor, si tienes dudas sobre cuál es la mejor postura para dar el pecho en tu caso, es que lo consultes con tu ginecólogo de confianza. Lo que sí no se recomienda es que los niños duerman boca abajo si se da les el pecho, para reducir el riesgo de la muerte súbita del lactante.
El uso de jabones aromatizados y lubricantes químicos favorece la cistitis
Durante la época estival, muchas mujeres sufren escozor, incluso dolor al orinar o ganas recurrentes de ir al baño. Es la temida cistitis. Esta afección puede aparecer en cualquier época del año, pero es más frecuente durante el verano. Tiene su origen en la alteración de la flora regional y sus mecanismos de defensa. La cistitis, -explica el doctor Herraiz, ginecólogo del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime-, es una enfermedad infecciosa de las vías urinarias bajas. En un 90% de los casos está provocada por la bacteria Escherichia coli. Es más típica en verano porque durante esta época proliferan en mayor medida factores que favorecen esta afección. Los principales son: la humedad, el agua de las piscinas, el aumento de relaciones sexuales o usar productos irritantes. ¿La cistitis se puede prevenir? Para prevenirla, el doctor Herraiz recomienda sobre todo una adecuada higiene de las partes íntimas: “es muy importante limpiarse de forma correcta siempre que se va al baño, de adelante hacia atrás para no contaminar la entrada de la uretra con restos fecales”. Y agrega: “se deben lavar los genitales y la zona anal con jabón suave y agua, evitando el uso de jabones aromatizados, champús, desodorantes íntimos, sales de baño, compresas aromatizadas y todo lo que pueda irritar la uretra”. Además, es muy importante, explica: “tomar un litro y medio diario de agua y evitar retener la orina. En el momento que se tenga ganas se debe ir al baño.” “La humedad facilita mucho la cistitis, sobre todo hay que tener cuidado con permanecer largos periodos de tiempo con el bañador mojado y hay que controlar la sudoración excesiva de las partes íntimas”, puntualiza Herraiz. Recomienda también comer arándano rojo americano, ya que contiene un principio activo, las Proantocianidinas (PACs), que previene la cistitis. En concreto, la ingesta de PACs reduce la adhesión de la bacteria E.coli a los tejidos de la vejiga. Otra medida a tener en cuenta es orinar siempre después de las relaciones sexuales y usar protección no dañina. Por ejemplo, “hay lubricantes químicos que dañan el tracto y no son aconsejables”, afirma el doctor Herraiz. ¿Hay que acudir al médico con los primeros síntomas? Si se siente presión en la parte inferior de la pelvis, dolor o escozor al orinar, deseo de miccionar aunque la vejiga esté vacía, aumento del número de micciones, orinas de color intenso así como dolor al mantener relaciones sexuales, es necesario acudir al médico. Como explica Herraiz, es fundamental someterse a un análisis de orina. Este análisis permitirá averiguar cuál es el germen responsable. Una vez identificado, podremos saber a qué antibióticos es sensible. El doctor señala que muchas mujeres no acuden al médico y se automedican, lo cual es un error. A veces las cistitis son más suaves en cuanto a la sintomatología, pero en ocasiones pueden originar una orina de aspecto más o menos turbio e incluso presencia de sangre, escalofríos y fiebre y dolores en la región lumbar. El doctor Herraiz concluye: «que suceda esto puede ser indicio de que la infección ya ha subido al riñón y estamos ante una pielonefritis”.
Infecciones vaginales en verano. Qué puedes hacer para prevenirlas.
El calor y la humedad hacen que el riesgo de infecciones vaginales en verano sea mayor que en otras épocas. Esta zona íntima es delicada y cuando las temperaturas aumentan, las candidiasis son el tipo de infecciones más frecuentes. ¿Cómo podemos evitarlas? Veamos. Principales factores de riesgo Entre los principales factores de riesgo que pueden favorecer el desarrollo de una infección vaginal en los meses de verano, destacan los siguientes: El calor. Las altas temperaturas alteran el pH vaginal, lo que hace que las bacterias y los hongos proliferen. El baño en piscinas y playas. El agua puede contener materia fecal, hongos y bacterias. Además, la humedad que se crea en el traje de baño crea un ambiente ideal para el desarrollo de estos microorganismos. Uso de prendas de telas sintéticas y ajustadas. Éstas no permiten una ventilación adecuada y retieren el calor y la humedad, lo que crea un ambiente propicio para las infecciones. Estas condiciones se dan facilmente durante los meses más calurosos. Además, el embarazo, el uso de anticonceptivos orales o una higiene íntima excesiva pueden contribuir aún más a la aparición de este tipo de infecciones. Para evitarlo, toma nota de algunos consejos básicos. Cómo prevenir las infecciones vaginales en verano Para prevenir en la medida de lo posible una infección vaginal en verano, desde Herraiz Ginecología te recomendamos: Usar ropa interior de algodón. Este tipo de tela permite la circulación del aire, manteniendo tu zona íntima más seca. Una buena higiene. Extrema la higiene de tus partes íntimas en verano, cambiando con frecuencia las compresas o tampone durante la menstruación. Evita las duchas vaginales agresivas, pues ello puede eliminar bacterias buenas para mantener tu flora vaginal. Ojo con los geles. Si utilizas geles de higiene íntima, busca uno que mantenga en equilibrio tu pH, que esté hecho con ingredientes naturales y sin perfumes o químicos que puedan ser perjudiciales. Si notas malestar o picor en tu zona íntima y sospechas que puedes tener una infección vaginal, consulta cuanto antes con tu ginecólogo para que pueda confirmar este diagnóstico y recomendarte un tratamiento adecuado.
Efectos del alcohol en el feto: todo sobre el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF)
El consumo desmedido de alcohol provoca daños graves en el organismo que, en el caso de estar embarazada, pueden extenderse al futuro bebé. Este conjunto de trastornos y anomalías que se derivan de la exposición del feto al alcohol durante la etapa gestacional se conocen con el nombre de Síndrome Alcohólico Fetal o SAF. Trastornos físicos y mentales Los trastornos físicos y mentales que puede provocar en el feto el consumo de alcohol durante el embarazo, son: Anomalías craneo – faciales. Por ejemplo, puede producirse un aplanamiento del espacio entre la nariz y el labio superior. Retrasos en el desarrollo. Los recién naciodos afectados pueden tener un peso y una talla por debajo de lo esperado. Daños en el desarrollo cerebral. El Sistema Nervioso Central también puede verse afectado en diferentes grados, según la exposición al alcohol que haya tenido el feto. Estos daños pueden darse tanto en la estructura anatómica del cerebro (microcefalia), como en el funcionamiento neurológico (epilepsia, pérdida de audición, problemas visuales) o intelectual (agresividad, ira, retraso mental o dificultades en el aprendizaje y la memoria). Las consecuencias del consumo de alcohol de forma continuada durante el embarazo puede conllevar daños irreparables para el bebé. Por eso, es importante evitar su ingesta. De hecho, estudios indican que el efecto del alcohol sobre el bebé es peor que el de otras drogas. Actualmente se estima que 3 de cada mil recién nacidos se ven afectados por este síndrome. Cómo se aborda el Síndrome Alcohólico Fetal Sin duda, el mejor abordaje para este Síndrome es la prevención. Evitando el consumo de alcohol durante el embarazo, no aparecerá ninguna de las alteraciones del SAF por esta causa. Si las lesiones ya se han producido, debes saber que no existe ningún tratamiento específico para este Síndrome. Cada caso es único, por lo que el especialista abordará los síntomas de forma personalizada. Normalmente se recurre a la farmacoterapia, a la psicoterapia y a los tratamientos de logopedia para hacer frente a los problemas que ocasiona el consumo de alcohol durante el embarazo. Si crees que tienes una adicción al alcohol y quieres quedarte embarazada, es fundamental que abordes este tema con tu ginecólogo de confianza y puedas seguir un programa de desintoxicación efectivo antes de dar ese paso para evitar que tu bebé pueda nacer con este tipo de anomalías.
Crecimiento del útero y suelo pélvico. Cambios a tener en cuenta durante el embarazo.
El embarazo es una etapa de muchos cambios para el cuerpo de una mujer. No es para menos, pues éste debe prepararse a contrareloj para acomodar al bebé. Durante este proceso nuestra estabilidad y postura corporal se modifican. Ello suele provocar una serie de patologías o dolores (algias). La relación entre crecimiento del útero y suelo pélvico debe tenerse, por tanto, muy en cuenta. Veamos cuáles son algunos de estos cambios más comunes y sus efectos. Cambios que provoca el crecimiento uterino El crecimiento uterino durante la gestación provoca la posteriorización del eje de gravedad. En consecuencia, la curva lumbar aumenta y se producen diversas modificaciones corporales compensatorias. También es habitual que se dé una hiperextensión de rodillas, un aplanamiento de los arcos plantares y un aumento de la base de sustentación. Por otro lado aumenta la presión sobre el talón y las costillas se horizontalizan, lo que conlleva un aumento del diámetro de la caja torácica. Crecimiento del útero y suelo pélvico: consecuencias Todos estos son, en definitiva, cambios que pueden ocasionar dolores como lumbalgias, pubalgias, sacroileítis, coxigodinias, dolor en las plantas en los pies o en las rodillas; también pueden aparecer síntomas propios del Síndrome del Túnel Carpiano. Estos cambios propios del embarazo afectan igualmente al suelo pélvico. El aumento de peso progresivo y la presión creciente sobre esta zona hace que el suelo pélvico pierda tono y se distienda, lo que puede llevar a un déficit funcional. Además, debes tener en cuenta que el suelo pélvico se ve afectado por el factor hormonal. Todo ello hace que se vuelva más laxo y menos competente en dos funciones claves: la de cierre y la de sostén. Estas circunstancias podrían derivar en pérdidas de orina, pesadez vaginal, infecciones urinarias o problemas de estreñimiento. Ya en los últimos meses de gestación, la compresión pélvica y perineal favorece la aparición de edemas y varices. Conclusión Durante el embarazo hay un sinfín de cambios provocados por el crecimiento del útero. Experimentarlos es algo común y, aunque no debes asustarte, es importante que les prestes atención. Como ves tienen causas justificadas pero no por ello debes asumir que es algo normal y dejarlo pasar sin más. Cualquier cambio que experimentes es importante que lo consultes con tu ginecólogo de confianza en Castellón o en la provincia en la que residas. Debes acudir también a todos los controles durante el embarazo. De este modo, junto a tu médico podrás establecer estrategias de prevención para evitar estas molestias y dolores y conocer las opciones terapéuticas que hay para poder tratar estos efectos.
6 preguntas clave sobre el DIU de cobre
Uno de los métodos anticonceptivos reversibles de larga duración más conocidos es el Dispositivo Intrauterino o DIU de Cobre. Aunque en España su uso no está tan extendido como en otros países, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en todo el mundo hay unos 160 millones de mujeres que utilizan este sistema. ¿Qué sabemos sobre este dispositivo y sus aplicaciones? En este artículo vamos a dar respuesta a 6 preguntas clave relacionadas con los DIU de cobre: 1. ¿Cuál es el mejor tipo de DIU de cobre? Un DIU es un perqueño objeto de plástico que tiene forma de T. Tiene dos brazos flexibles y se acomoda fácilmente en el útero para impedir temporalmente el embarazo. Los DIU de cobre han ido evolucionando mucho a lo largo del tiempo y actualmente hay una amplia variedad de modelos disponibles. Los más recomendables, tal y como indica la propia SEGO, son los DIUs de tercera generación o liberadores de cobre de alta carga (>300 mm). Además de los de cobre, existen otro tipo de DIU, los hormonales, que liberan progestina para lograr el mismo efecto. 2. ¿El DIU es un método seguro? ¿Cómo funciona exactamente? El DIU es un método muy eficaz, pues una de sus ventajas es que no requiere de la participación de quien lo utiliza, sino que una vez instalado actúa por si solo. Esto favorece su adecuado cumplimiento y hace que la tasa de continuidad sea elevada. Los DIUs con una mayor concentración de cobre (unos 380 mm) son los que tienen una mayor eficiencia. En estos casos las tasas de embarazos escilan entre 0,1 y 1,0%. Hay diversos mecanismos de acción para los DIU de cobre. De este modo, mientras que algunos actúan destruyecto los espermatozoides otros lo hacen impidiendo su paso al espesar el moco del canal del cuello del útero. 3. ¿Se debe tomar alguna medida especial antes de la inserción del DIU? Lo más importante es asegurarse de que no existe ninguna posibilidad de embarazo antes de la inserción. El especialista también deberá evaluar si hay signos de infección durante la exploración previa que se realiza. Además, tu ginecólogo de confianza te informará de todos los detalles sobre este método anticonceptivo y la duración de este efecto. Asesorará también sobre posibles cambios en el patrón menstrual, como un periodo más prolongado o abundante, sangrado irregular o dolor. Estos efectos suelen ser transitorios y tienen a desaparecer después de 3 a 6 meses de uso. 4. ¿Cómo se coloca y se extrae un DIU? Siempre que se tenga la seguridad de no estar embarazada, puede colocarse un DIU en cualquier momento del ciclo menstrual. El proceso es sencillo, suele durar unos 15 minutos y puede hacerse dentro del consultorio con un aplicador especial. Tras su inserción por parte de un profesional, este método comenzará a actuar al poco tiempo. Debes seguir las recomendaciones que te dé un doctor para evitar cualquier tipo de complicaciones. Cuando quieras retirarlo o cambiarlo podrás hacerlo sin problemas tras visitar nuevamente al especialista. Un DIU de cobre puede permanecer en nuestro cuerpo durante unos diez años. 5. ¿Qué problemas pueden aparecer durante la inserción? En algunos casos durante la inserción del DIU pueden aparecer algunos efectos como mareos, necesidad de dilatación cervical, dolor o imposibilidad de inserción. La tasa de perforación uterina es muy baja. Tras la primera mestruación o después de 3 a 6 semanas es habitual realizar una visita de control con el ginecólogo. También es recomendable hacerse una ecografía para verificar que está ubicado en el lugar correcto. 6. ¿Qué efectos adversos puede provocar? Como principal inconveniente del DIU de cobre está el cambio en el parón de sangrado y dolor menstrual que puede producir. Ello suele ser más habitual en los primeros meses y normalmente mejora con el tiempo. Aunque no es nada frecuente, existe la posibilidad de que el método falle. Esto es más probable dentro del primer año de utilización. No se recomienda el uso del DIU en mujeres con un historial médico con infecciones pélvicas o en los órganos femeninos. Tampoco se debe utilizar en caso de padecer enfermedades sexuales o de ser alérgicas al cobre. Pese a estas excepciones, el DIU de cobre suele ser una buena opción para mujeres de cualquier edad que no deseen quedarse embarazadas al tener más de un 98% de efectividad y ser un método discreto y de sin efecto sobre el riesgo de cáncer.